Secretaria de derechos humanos y género
El uso desmedido de los combustibles fósiles, la tala indiscriminada de territorio boscoso, la agricultura insostenible, la producción excesiva de materiales no valorizables, la destrucción de ecosistemas, los riesgos para la salud pública, la inseguridad alimentaria, las migraciones resultantes… demuestran que la crisis climática se ha vuelto realidad para toda persona hoy en día. A decir verdad, quien lo niegue, es porque no desea ver la aplastante actualidad o porque sus intereses se verían limitados al escuchar que la ciencia nos dice que nuestros modos de vida desde hace ya muchos años son insostenibles. Para dejar las cosas claras, somos las personas jóvenes quienes debemos lidiar con los crímenes que el ser humano comete contra la Madre Tierra y, en un sentido relativamente literal, salvar a la humanidad.
La Asamblea General de Naciones Unidas (AGNU) define que la juventud está compuesta por la población de entre los 15 y los 24 años. Por otro lado, la Convención de los Derechos del Niño establece que la niñez va desde los 0 a los 18 años. Esto significa que las personas no tienen voto para la ONU hasta después de cumplidos los 18 años. Este hecho explica por qué todavía en la actualidad los campos para tomar las decisiones que podrán revertir esa situación están ocupados principalmente por personas adultas, no obstante la movilización de las personas jóvenes marcada por la ansiedad climática se hace presente hoy más que nunca, lo cual no puede pasar desapercibido.
A nivel internacional, donde se unen los hilos para formalizar lo que se convertirá en legislación nacional en materia climática, las juventudes han participado en los procesos de negociaciones climáticas multilaterales (o COPs) desde 1999 (COP 5), y posteriormente la constituyente de Juventud, o YOUNGO, que reconoce formalmente la participación de las personas jóvenes en materia climática ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), se ideó 11 años después (COP10).
Teniendo esto presente, es necesario reconocer que en 2021 se cumplen 16 años de que en los más altos niveles globales se puedan canalizar las demandas de las juventudes activistas por el clima, y estas no han sido cumplidas, lo cual fue demostrado el pasado noviembre en la COP 26 (UN News, 2021), mientras que las negociaciones ocurrían con normalidad, y en las calles no sólo de Glasgow, sino de todo el mundo, las personas jóvenes encolerizadas se unían para hacer coerción sobre un sistema multilateral que claramente no favorece que las juventudes puedan decidir sobre el presente. Como se destacó, es hasta los 18 años, que la juventud -y no la niñez- puede unirse a tomar decisiones. Sin embargo, en las salas de negociación es mínima la participación de personas menores de 24 años, estando quienes se encuentran dentro de la definición de “juventud” limitados de tomar el micrófono.
En la actual coyuntura nacional, somos la generación que más se está viendo afectada por el desempleo (48% de la juventud para el II trimestre de 2020 (Romero, 2021)), la crisis educativa (en 2020 menos del 60% de las personas con edades entre los 18 y 22 años habían terminado la secundaria (Programa Estado de la Nación, 2021), vivimos con problemas mentales importantes que han empeorado debido a las medidas impuestas por pandemia por COVID-19 (para finales del 2020 un 34% de las personas adolescentes y jóvenes sufrían de ansiedad y el suicidio era la tercera causa de muerte de jóvenes entre 15 y 19 años (Arias, 2020)) y, tras de todo ello, cargamos con el peso de que nuestros años de adultez y vejez no serán como los de nuestros padres y abuelos, porque el calentamiento global (de no llegar al límite de 1.5 grados centígrados, que al menos hasta ahora vamos por ese camino) causará que debamos vivir en estas crisis sanitarias, migratorias y ambientales de forma permanente. Mejor herencia no pudimos ganar.
Teniendo presente lo anterior, se debería entender, al menos superficialmente, por qué las personas jóvenes tienen las razones suficientes para querer formar parte de los equipos que, en las instituciones públicas, en los gobiernos locales, en gobierno, en instituciones intergubernamentales y en negociaciones climáticas establecen qué se hace y qué no respecto a la situación ambiental y climática global. ¿Por qué es importante que las juventudes estén en los espacios? Porque pueden poner sobre la mesa las soluciones que se encuentran en sus manos, siendo estas generadas por las realidades las que les pasan por la sangre.
Es por esto mismo que en Costa Rica las personas jóvenes han comenzado a abogar por la figura de “jóvenes negociadores”. A nivel país, la retórica del discurso costarricense se ha basado en la incansable defensa de los derechos humanos y la conservación de la naturaleza, y últimamente se nos ha reconocido mundialmente por la producción limpia de energía y nuestros ambiciosos planes para la descarbonización de la economía, incluso ganando importantes premios por ello. Cabe destacar que, como en todo, en la práctica se puede ser crítico sobre cuánto participan verdaderamente las personas jóvenes en el mantenimiento de la marca país. Al menos en el sector público (ministerios, por ejemplo), no se suele encontrar a personas jóvenes (según la definición de la AGNU) en los espacios de toma de decisión a pesar de que componen aproximadamente el 40% de la población nacional (CPJ, 2018).
Ya hay personas jóvenes que negocian en favor de Costa Rica, que han participado en la redacción de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs), y que han coordinado y participado en sesiones de conferencias locales y regionales de juventudes (LCOY y RCOY) donde han contribuido a construir las declaratorias de las juventudes que se presentan en las COP (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, o Conferencia de las Partes). Es decir, sí hay representación joven que moldea el devenir de las políticas ambientales globales y nacionales. Sin embargo, para que el discurso “inclusivo” del país sea consistente, abogamos por que a las personas adolescentes y jóvenes no se les limite sólo a recibir información y tener voz, sino proveerles la oportunidad del voto: ayudar a construir la agenda país en temas de adaptación, mitigación, pérdidas y daños… y que el proceso, desde que comienza la preparación para la COP, incluya a las personas jóvenes.
Para ello, la Red de Juventudes y Cambio Climático a partir del año en curso es una de las organizaciones que se ha comprometido con formar a más personas jóvenes de todo el país en un proceso inclusivo y rotativo, de forma que al finalizar las capacitaciones puedan asistir y formar parte de quienes delimitan las decisiones de la UNFCCC, y que posterior a ello contribuyan a efectuarlas de vuelta en el país.
Este año se comenzó con el proyecto piloto gracias a The Climate Reality Proyect (organización no gubernamental internacional que proveyó la formación teórica), a instituciones como el Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Ambiente y Energía y el Viceministerio de Juventud, la embajada Británica en Costa Rica y dependencias de la ONU como UNICEF CR. Esta alianza de múltiples actores permitió que 15 jóvenes fueran capacitados y 7 pudieran asistir a la COP en calidad de acompañantes de las y los negociadores.
El apoyo gubernamental a estas iniciativas es vital para el progreso joven dentro de este ámbito (ya que los conocimientos prácticos no los pueden adquirir en el colegio o universidad), no obstante el objetivo de institucionalizar la figura de “jóvenes negociadores” servirá para no tener que depender de la voluntad política del gobierno de turno, sino que se normalice la participación de las personas adolescentes y jóvenes en los espacios de toma de decisiones. Es compromiso de la Red que esto sea realidad en los próximos años. Las perspectivas de las juventudes son valiosas y deben ser tomadas en cuenta. Por todo esto, y por todo lo que haremos, el país debe reconocer que la acción y las decisiones climáticas tienen y seguirán teniendo rostro joven.
Arias, A. (17 de diciembre de 2020). Ansiedad, aburrimiento y depresión experimentan las personas adolescentes y jóvenes durante la pandemia del Covid-19. UNICEF Costa Rica. https://www.unicef.org/costarica/comunicados-prensa/ansiedad-aburrimiento-depresion-personas-jovenes-ureport
Consejo Nacional de la Persona Joven [CPJ]. (2018). III Encuesta Nacional de Juventudes. https://cpj.go.cr/documento/3da-encuesta-nacional-de-juventudes-costa-rica-2018/
Programa Estado de la Nación. (2021). Octavo Estado de la Educación 2021: Resumen. CONARE-PEN, 2021. https://repositorio.conare.ac.cr/bitstream/handle/20.500.12337/8160/Pen_informe_estado_educacion_resumen_2021.pdf?sequence=3&isAllowed=y
Romero, J. (7 de marzo de 2021). De la niñez al desempleo juvenil, la mayor preocupación de las nuevas generaciones. Delfino. https://delfino.cr/2021/03/de-la-ninez-al-desempleo-juvenil-la-mayor-preocupacion-de-las-nuevas-generaciones
UN News (2021). COP26: Thousands of young people take over Glasgow streets demanding climate action. https://news.un.org/en/story/2021/11/1105042